Hace bien el parlamentario de APP, César Combina, al presentar el proyecto de ley que prohíbe que congresistas investigados, procesados o que tengan sentencias condenatorias por terrorismo, tráfico de drogas y crimen organizado, puedan integrar las Comisiones de Inteligencia y Defensa del Congreso de la República.
Independientemente del desenlace de la segunda vuelta electoral, es oportuna una reforma legislativa que permita garantizar que cuando entre en funciones el nuevo Congreso, algunos de sus integrantes como el electo parlamentario Guillermo Bermejo, procesado por terrorismo, no se conviertan en una amenaza para la democracia, institucionalidad y el Estado de derecho.
En estas semanas cruciales para la democracia, lo menos que los peruanos podemos hacer es pecar de ingenuos ante evidencias como las expuestas por la fiscalía encargada del caso, la cual cuenta con testimonios de seis colaboradores eficaces, quienes afirman que el señor Bermejo coordinaba con Sendero Luminoso.
Es más preocupante que quien, de acuerdo a las pesquisas, habría sido encargado de difundir y mantener “la lucha armada de la organización terrorista”, ahora tenga luz verde para sentarse a legislar y dictar normas, un sueño largamente esperado por el senderismo.
El investigado por la fiscal Eneida Aguilar, como un asiduo visitante de los campamentos que los hermanos Quispe Palomino, cabecillas de los remanentes senderistas en la selva central como base de sus narconegocios y sanguinarios ataques, ocupará un escaño y la pregunta se cae de madura. Quien es investigado por pertenecer al genocida Sendero Luminoso, organización que por muchos décadas ha buscado tener representantes en algún poder del Estado (esa es la razón de ser del Movadef), ¿promoverá iniciativas legislativas a favor de la democracia, las libertades y los derechos humanos?
Si las leyes populistas y el blindaje a personajes ligados a la corrupción han sido grandes obstáculos para el desarrollo del país en los últimos gobiernos; lejos de disminuir el riesgo, la presencia de personajes como Bermejo, no hace sino encender nuevamente las alarmas sobre el riesgo para la democracia que a pesar de ser precaria, ha permitido al país crecer y brillar económicamente.