En los último días el país es testigo de la carrera contra reloj en que se ha convertido el proceso electoral en marcha, con candidatos sin partidos que buscan agrupaciones que los acojan para no quedarse sin postular, y partidos sin candidatos que corren en busca de postulantes mediáticos (no necesariamente preparados y capaces) que les permitan pasar la valla y salvar su inscripción.
En palabras del constitucionalista Fernando Tuesta, en estos días, al igual que en cada elección y debido al debilitado sistema democrático peruano, “se juntan el hambre y la necesidad”. Si bien hay 24 organizaciones políticas inscritas oficialmente y habilitadas por el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) para participar en las Elecciones del próximo año, hay los llamados “prepresidenciables” angustiados porque ya solo les quedan seis días para a inscribir sus propias agrupaciones. Se trata de postulaciones o intentos de candidatura que no son producto de una vida partidaria, sino proyectos personales válidos y legítimos, pero institucionalizados forzadamente, uniones solo en el papel.
Posibles candidatos, como George Forsyth y Fernando Cillóniz, por ejemplo, antes de inscribirse en Restauración Nacional y Todos por el Perú, respectivamente, estuvieron en conversaciones con otras agrupaciones. Otro caso de militancia de última hora, por necesidad y no por convicción, sería la inscripción en el APRA del empresario y expresidente de la Confiep, Roque Benavides. Aún quedan cinco días de coqueteos, movidas de última hora, piropos y mensajes de repentina simpatía entre otros presidenciables y diversas tiendas políticas. Dada su escasez de partidos, doctrinas y convicciones sólidos, al perú solo le queda menos de una semana de
espera para ver si aparecen más y mejores ¿o peores? personajes, opciones con ninguna o alguna experiencia de liderazgo o trabajo en gremios o instituciones del Estado.
Nos espera una colorida primavera de inscripciones, partidos y candidatos presionados por los plazos, encuestas y ofertas populistas. De lo que muy poco se habla -y en mucho tiempo no se hará- es de propuestas sobre lo realmente importante para el Perú: por ejemplo de cómo lograr una limpieza de la clase política que sigue apareciendo en cada contienda sin prepararse en lo más mínimo para dar solución a los graves problemas del país.