Comenzó la ola de detenciones por el caso Richard Swing y nos preguntamos si era necesaria toda una organización criminal para darle trabajo a una persona.
Si esto es así, las irregularidades sospechadas son muchas y es necesario que se llegue al fondo de este asunto que aún deja muchas interrogantes, como la naturaleza de la relación entre el cantante Cisneros y el presidente de la República; la relación del mismo artista con el entorno palaciego y la participación de los ministros de Cultura que dieron visto bueno a los contratos sucesivos que permitieron a Cisneros embolsarse más de 170 mil soles.
También podemos pensar que este gesto de la Fiscalía busca salvar la credibilidad de Martín Vizcarra a costa de la destrucción de su entorno de confianza. Si ese fue el cálculo, es malo porque lo deja sin blindaje para hacer frente a futuras arremetidas congresales o de la propia justicia -ya ha dicho el propio Vizcarra que se somete a sus fueros a pesar de su investidura-; ¿es posible tener un renovado círculo de confianza a pocos meses de las elecciones? Difícil.
Lo más probable es que Vizcarra haya escogido encarar en soledad lo que queda de su mandato, acogerse únicamente a la sombra de sus ministros y esperar que el tiempo sea breve, que corra más rápido que las mentes congresales y esta pesadilla -su pesadilla- acabe pronto.
Un político hábil sabe que destruir el cerco de confianza es peligroso para la institucionalidad y para la conservación del poder. Ejemplos hay muchos: Fujimori fue mucho más vulnerable sin Montesinos, Toledo pasaba por encima de asesores y cualquiera que le indicase que su vida privada no podía ser portada de diarios chicha, García sin Nava era solo un expresidente de moral dudosa, etc. No podemos asegurar que Vizcarra esté detrás de las detenciones porque la Fiscalía es un ente autónomo -queremos confiar en la autonomía fiscal-, pero desde que estalló la crisis que tiene como centro a un presunto artista, Vizcarra prefirió quemar sus barcos antes que decir la verdad.
¿Llegará el Ministerio Público a Palacio? ¿O pagarán otros por los silencios y medias verdades de Vizcarra? Los días que se vienen traerán más sorpresas, aunque ninguna será agradable ni sana para la política nacional.