La llegada ayer de una cantidad de vacunas calificada por muchos como una burla porque solo alcanzará para inmunizar a 9 mil 300 de más de 40 mil piuranos mayores de 80, ha generado inevitables pero justas reacciones de rechazo en la región.

Pocos días después del reclamo ciudadano expresado mediante un pronunciamiento dirigido a la Presidencia de la República, a la premier y al ministro de salud, para que se agilice la vacunación que venía siendo postergada en la segunda región en población, pese a la gravísima crisis sanitaria que atraviesa, ayer el primer mandatario simplemente se limitó a señalar que “Piura no es el Perú”.

Es verdad que vivimos tiempos difíciles y el combate a la pandemia demanda unidad entre ciudadanos y autoridades. Pero ello no justifica tener que tolerar maltratos de este tipo, así como negarse a recibir el reclamo ciudadano por parte del alcalde provincial y del gobernador de una de las regiones que más aporta al erario nacional.

En sectores como pesca, agricultura y agroexportación, la tierra de Grau se ubica entre las regiones que lideran la producción nacional, incluso en pandemia. No se entiende entonces por qué a casi tres meses de cumplir 200 años de Independencia, la primera ciudad fundada por Pizarro en el Pacífico sur (ahora convertida en región) sigue siendo castigada con uno de los peores sistemas de salud.

Y es que, a pesar de su gran aporte al PBI nacional, y a ser la segunda región en población, el Ministerio de Salud y el Gobierno en general, al parecer se niegan a entender que detrás de las altas cifras de contagio y mortalidad en Piura no solo está el descuido ciudadano, sino la precariedad de un sistema de salud que ya no da para más.

¿Es tan difícil entender que el talón de Aquiles de una de las regiones que más exportan es su limitado sector salud? Precisamente porque viene siendo postergada por décadas en la construcción e implementación de los hospitales que en justicia se merece, Piura debería ser priorizada en cuanto a salud, más aún ahora que libra una lucha desigual contra la pandemia.

Pero ocurre todo lo contrario, no solo se le ha dejado sola frente a la pandemia sino en riesgo de que las cifras se disparen y de que se vuelva a inundar, a pesar de tantos millones gastados en nombre de la reconstrucción y de la COVID-19. ¿Realmente se espera que estando desarmados ganemos la guerra contra el virus y desastres como El Niño?