Si antes, sobre todo en campaña, usaba un disfraz democrático a su conveniencia, ahora que ha quedado acorralado y con amigos o familiares detenidos o fugitivos, al presidente Pedro Castillo ya no pierde tiempo en “pelotudeces democráticas” (como diría el congresista Bermejo) y, especialmente de ahora en adelante, su estrategia será atacar y mentir.
Su expresión de indignación y desesperación a la vez durante su hepático mensaje a la Nación del martes, es más que evidente. Esa tarde, en que el Equipo Especial ingresó a Palacio de Gobierno a detener a su cuñada, en las redes sociales, portales de noticias, emisoras radio y televisoras no se hablaba de otro tema que no sea Yennifer Paredes y su cuñado (o papá), el presidente investigado como presunto cabecilla de una organización criminal. Sin embargo, en lugar de negarlo o dar explicaciones al país, el mandatario se saltó el tema y siguió el consejo de sus asesores, victimizarse y atacar: “Montando un show mediático, la Fiscalía allana mi domicilio en busca de mi hija, creyendo que con ello van a doblegarme”.
Está contra la pared debido a cinco investigaciones abiertas en su contra (y se vienen otras), pero en lugar de dar respuesta sobre alguna de ellas volvió a callar y acusó al Ministerio Público, al Congreso y a la prensa de querer “quebrantar el orden constitucional y democrático (…), son los mismos que denunciaron un fraude electoral inexistente y que recurrieron con tal fin a organismos internacionales”.
Si no habló ante la fiscal de la Nación, menos lo hará ahora que renunció su abogado y la Diviat también escarba alrededor de la primera dama. Castillo no rendirá cuentas al país porque cada vez le es más difícil fingir que no le teme a la justicia, además por el fuerte golpe emocional que deben causarle las investigaciones, notificaciones, operativos de búsqueda contra su círculo más íntimo, especialmente contra su amigo Juan Silva, sobrinos y ahora contra su cuñada-hija, Yenifer Paredes.
Es difícil defenderse pero con tal de sobrevivir en el Gobierno, ya no le importa desobedecer a la ley, reciclar gabinetes para servirle de escudo, obstruir a la justicia en la Residencia Presidenncial y principalmente atacar, culpar a todos menos a él, un descalabro de Gobierno que ya no da para más.
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