El que el presidente Pedro Castillo se disponga a lucir su sombrero y saco modelo Evo en la Celac, OEA y ONU, debutando como conductor de la Diplomacia Nacional, no acabará con las desconfianzas que sigue generando el gobierno del lápiz dentro y fuera de nuestras fronteras, por su silencio, indecisiones y poca claridad en materia económica, nueva Constitución, incineración del cadáver de Guzmán y ahora sobre el intento de funcionarios del Minedu de sabotear la meritocracia de los maestros, “suavizando” la Prueba Única Nacional.

Definitivamente su atuendo no será suficiente para convencer a los líderes mundiales sobre las serias grietas de su gobierno como la incapacidad para revertir la falta de empleo y sobre la incoherencia entre los mensajes del Ministerio de Economía y los anuncios políticos. Según los economistas, el dólar no bajará ni se recuperará la confianza de los inversionistas privados para elegir al Perú mientras falte sintonía entre el señor Pedro Francke, los ministros, el presidente Castillo y Perú Libre; y mientras el Gobierno no diga con claridad qué quiere hacer con la Constitución.

El jefe de Estado deberá arreglárselas también para explicar su prolongado silencio sobre el destino final del cadáver de Abimal Guzmán. Es inadmisible que luego de casi una semana desde la muerte del criminal más grande de nuestra historia republicana, cuando el pedido oficial para incinerarlo ha generado fuertes pullas entre Perú Libre y el ministro Aníbal Torres; el jefe de Estado siga al margen, sin dar algún mensaje al país en solidaridad con las familias de las víctimas de Sendero Luminoso.

Se preve que, a tono con su perfil de gobernante de izquierda, hablará sobre la exclusión social, uno de sus caballitos de batalla. ¿Qué dirá entonces de los miles de escolares que se han quedado sin educación ni oportunidades debido a la pandemia, mientras su gobierno no encuentra soluciones para el retorno seguro a las aulas?

Otra tarea difícil del presidente será ocultar ante los principales medios internacionales las desconfianzas que genera su administración por su aislamiento de los medios de comunicación -especialmente los que le resultan incómodos-, así como el intento descarado de funcionarios del Minedu de cambiar y “suavizar” la Prueba Única Nacional de profesores, luego de tantos años y esfuerzo que ha costado asimilar la meritocracia en el magisterio nacional.