La crisis ocasionada por el aumento de precios y agravada por el paro de transporte, un polémico toque de queda y una contundente respuesta cívica han provocado una herida profunda en el régimen, pero también en la política en general, y a partir de ahora es necesario considerar opciones que nos permitan regenerar las instituciones.
No podemos confiar más en el poder transitorio de un Ejecutivo debilitado y un Congreso desprestigiado. Si es posible rescatar algo positivo de estos días de tensión es el redescubrimiento del poder de la ciudadanía para reencauzar la política, la recuperación de la forma más elemental de soberanía.
Vista la situación, fijémonos en las formas como podríamos hacer sentir nuestra voz y reinstaurar el orden necesario para la vuelta a la senda de la reactivación económica, la inclusión y el desarrollo en todas sus formas, procesos estancados por la pandemia y malas políticas del actual gobierno: existe la posibilidad de que la ciudadanía imponga al Estado su derecho al referéndum para recortar el mandato de Castillo y lograr la salida del parlamento.
El camino no es sencillo, pero es realizable y demostraría que en el Perú el respeto a la ley es viable. Daríamos un paso más hacia una institucionalización más nítida y eficaz. Sin necesidad de revisar exhaustivamente la historia nacional, llegaremos a la conclusión inequívoca de que parte de nuestro estancamiento tiene que ver con nuestra poco familiaridad con la ley, el derecho, el deber y los procedimientos que organizan la coexistencia y controlan los apetitos y las pasiones individuales. Esta es nuestra oportunidad. Hemos pasado por una crisis de pérdidas absurdamente millonarias. ¿No es tiempo de empezar a actuar como una verdadera república?
Conviene destacar el papel jugado por los actores políticos en estas jornadas duras para el país: definitivamente, la peor nota la lleva el Ejecutivo, aunque esto no nos sorprende. Decepcionante es el rol de la representación legislativa que nos confirma que los intereses personales tienen primacía sobre las necesidades de la sociedad. Hasta el momento es desconocida la opinión de los jerarcas de las Fuerzas Armadas, un factor que no se ha querido examinar por temor a desatar a la histórica bestia de la antidemocracia. ¿Podrían ingresar al escenario de la inestabilidad? No es improbable.