Mientras se anuncia la vacunación de dos mil docentes de la zona rural de la región, nos preguntamos cuánto falta para que el proceso general de vacunación avance y no se estanque. Otras regiones ya están vacunando a los mayores de 50 años, pero aquí seguimos estancados en el mismo grupo etario.
Creemos que es urgente ver a las autoridades gestionando vacunas, así como el presupuesto necesario para ampliar el número de los locales de inmunización y la contratación de personal suficiente para acelerar esta labor que, de concretarse en un porcentaje alto, permitirá la incorporación de más actividades económicas en la reconstrucción económica de Piura. Necesitamos que el gobernador y los demás funcionarios competentes hagan esta labor y la región no se quede a la zaga de otras localidades, sino que pueda alcanzar pronto los resultados esperados.
Veamos hacia otros horizontes no con envidia, sino como muestra de lo que se puede hacer si se intensifica el trabajo de vacunación: Israel deja desde hoy las mascarillas en casa. Como la inmunización ha avanzado a grandes pasos, ya se puede decretar oficialmente el fin de la obligatoriedad del uso de mascarillas y protectores faciales incluso en los lugares cerrados. Alemania evalúa seguir esta senda. No tomemos en cuenta esas estimaciones que fechan el fin de la vacunación en el 2031 o similares. Las vacunas están llegando, pero cada región es responsable de seguir su política y de gestionar (esto es, solicitar y administrar) sus recursos para proteger a la población.
En los últimos meses, no obstante, hemos visto cómo la politización de las medidas sanitarias en Piura han llevado a prescindir de los profesionales capaces de ofrecer un panorama técnico que orientara al gobernador y sus gerentes a tomar decisiones sustentadas en la realidad de los servicios de salud y las demandas de la sociedad. Opinamos desde esta tribuna que aún es tiempo de afinar estas políticas y enmendar los yerros no solo para darle un mayor y necesario impulso a la vacunación, sino para poder implementar mejor los servicios sanitarios en vista de la casi inminencia de una tercera ola. Esperemos que este llamado llegue a oídos de los responsables de la conducción del GORE y el sistema de salud.