Pareciera que el mensaje fuera ése: que en este país es imposible ser empresario, siquiera un modesto emprendedor, porque el hampa y la muerte ya están al acecho. El odontólogo Christian Quispe y los empresarios Luis Tovar y Jesús Acuña, quienes se encontraban secuestrados desde febrero en Lima, finalmente fueron asesinados por sus captores.
¿Quién reclama por su sangre? Nadie. ¿Dónde están los organismos de derechos humanos protestando o dirigiéndose al país tras este triple homicidio? En ninguna parte, o seguro están atentos a noticias extranjeras mientras el país que tienen ante sus ojos se desangra.
¿Cómo pretendemos construir un espacio seguro para las inversiones, para el crecimiento y todo aquello que en los 90 y 2000 nos ayudaron a salir del estancamiento en que nos dejó el populismo?
Es cierto que este “chorreo” de dos décadas no era suficiente para crear desarrollo, que faltó masificar los beneficios de un capitalismo cuyas reglas también empezaban a bosquejarse, pero actualmente no tenemos nada salvo el desorden, la demagogia, la satanización del exitoso y, como pútrida cereza de este infame pastel, la delincuencia salvaje que avanza y se apodera de ciudades enteras mientras los “cerebros” del Ejecutivo siguen pensando en la fórmula que permita a los funcionarios atender la emergencia delincuencial y permanecer en sus cargos siquiera un mesecito más. Esta ridícula y peligrosa mediocridad de miras le está costando al país US$10.325 millones de dólares, el 2,77 del PBI, según ComexPerú (2017).
En Piura tenemos un problema terrible pues, como ha advertido la economista Brenda Silupú, de la Universidad de Piura, los comerciantes temen emprender la campaña navideña. El principal disuasivo es El Niño Costero, pero también es importante considerar el impacto de la criminalidad, que se traduce en niveles de terror superiores al 89%; es decir, ocho de cada diez piuranos temen ser víctimas de un robo, un tiroteo o un secuestro. ¿Acaso a las autoridades no les importa que la economía levante cabeza? ¿De dónde creen que sale la riqueza? Esto recuerda a una frase del dictador Idi Amín Dada, cuando su ministro trataba de explicarle que su país, Uganda, estaba quebrado: “¿No alcanza la plata? Fabrique más. ¡¿Para qué tenemos la máquina?!”. Todo fácil y que sigan matando.