Llevar a supuestos ronderos a Palacio de Gobierno para hacer proselitismo a su favor pidiendo la disolución del Congreso o azuzar abiertamente a la violencia a través de su premier (“Si uds. -dirigentes- traen, cada uno a cincuenta, le haríamos frente a los golpistas”), es una torpe, grave y delictiva respuesta del presidente Castillo al sistema de administración de justicia por el solo hecho de obligarlo a someterse a la ley.
El país no puede tolerar llamamientos como estos a quebrantar la paz social y el orden interno. Es urgente ponerle un pare, teniendo en cuenta que -como hemos advertido en días anteriores-, al sentirse acorralado el principal objetivo del mandatario es protegerse y sobrevivir. Con esto demuestra que lo que menos le importa es gobernar, su principal objetivo es usar la investidura presidencial para atrincherarse, victimizarse y tratar de dividir al país lo más que pueda, para no renunciar y postergar la rendición de cuentas que le debe a la justicia.
Seguramente el Ministerio Público, que ayer le abrió una sexta investigación al presidente por el caso Geiner Alvarado, tomará muy en cuenta el irresponsable discurso del miércoles del señor Aníbal Torres proponiendo subvertir el orden constitucional por la fuerza, un presunto delito de sedición avalado por Castillo y otros ministros.
Que el país continúe funcionando con piloto automático a pesar del daño causado por quienes deberían defenderlo, no significa que pueda aguantar así eternamente. Lo único que se puede esperar de los actuales inquilinos de Palacio son más mentiras e instigaciones al caos para distraer a la opinión pública sobre los graves indicios de corrupción.
Lo dramático para el país y que obliga a los ciudadanos defensores de la democracia y sus representantes a no bajar la guardia, es que el Poder Legislativo que debería estar debatiendo sobre el adelanto de Elecciones Generales, la sucesión constitucional ordenada, la vacancia, acusación constitucional, entre otras salidas posibles, ayer prefirió dedicarse a discutir sobre conatos de bronca, jalones incluidos, de algunos acciopopulistas.
Si los ciudadanos bajamos la guardia, un desesperado Castillo y los pocos que aún lo protegen, podrían concretar su objetivo cada vez más evidente de enardecer a ese bajísimo porcentaje que aún lo aprueba para dividir y seguir atornillándose en el sillón presidencial. Cuidado.
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