Conforme pasan las semanas, lamentablemente la mirada nacional vuelve a dirigirse hacia Piura como la segunda región, después de Lima, con más contagios de COVID-19.

Lo curioso es que el Minsa y la Dirección Regional de Salud no se ponen de acuerdo en algo tan básico como los registros oficiales. Mientras para el Ejecutivo la región registra 90 mil casos, Salud señala que son 120 mil en toda la pandemia.

Desinformación como esta es también un grave atentado contra el derecho a la salud y que siguen promoviendo algunos movimientos antivacunas en redes sociales, grupos de Whatsapp o mensajes voz y texto.

A nocivos contenidos como estos, así como a razones culturales o religiosas se debe sin duda la renuencia de algunos a vacunarse a pesar que, según cifras oficiales, hay un innegable incremento de contagios en todas las provincias de la región. Solo en el caso de los adultos mayores si bien ya un 90% están vacunados, hay 25 mil que no lo han hecho.

Pero el problema no es solo las campañas en la web, los retrasos en el proceso de vacunación sino también la deficiente estrategia comunicativa del Ministerio de Salud y de la Dirección Regional de Salud.

Es increíble la falta de reacción de las autoridades de turno pero también de parte de ciertos sectores de la población que sigan teniendo como opción el uso de ivermectina. Incluso algunos irresponsables prefieran no vacunarse y confiar en el uso del dióxido de cloro, cuyo uso ha sido prohibido por la OPS y el Minsa.

Sin duda, seguirá la desinformación en diversos segmentos y no solo en el campo sino también en la ciudad seguirán los temores a la vacuna ante inexistentes efectos adversos, si las autoridades no cambian de estrategia comunicativa y si continúa la renuencia a vacunarse, el relajo de medidas seguras como el uso de mascarilla, el distanciamiento sanitario y el lavado de manos.

La obligatoriedad de aplicarse las dos dosis para poder viajar, ingresar al centro de labores o a lugares concurridos, es un buen intento, pero el Ejecutivo peca de idealista al olvidar que estamos en un país de normas solo estrictas en el papel porque en la práctica es muy difícil hacerlas cumplir. ¿Qué estamos haciendo para que la realidad dramática que nuevamente enfrentan los países europeos se repita en el país y en Piura en particular? ¿Nada?