Es lamentable lo dicho por el vicepresidente del Congreso, Wilmar Elera, quien prácticamente justificó el hecho de que una trabajadora del Congreso haya sido vejada sexualmente por un parlamentario, aduciendo que era la única fémina trabajando en un ambiente de puros hombres.
También introdujo como segunda explicación el licor presente en la reunión donde la joven fue ultrajada. En pleno siglo XXI, en una época en que desde todos los ámbitos se lucha contra el maltrato a las poblaciones históricamente vulnerables, aparecen padres de la patria con semejantes discursos, que seguramente brotarán del fondo de su raciocinio, cultura y convicciones, pero que son intolerables para los objetivos políticos de una nación.
El congresista en cuestión no quiere renunciar a su cargo en la Mesa Directiva y ha ofrecido “disculpas” a través de un comunicado bastante confuso. Como se esperaba, ha dicho que sus palabras fueron malinterpretadas; dicho de otro modo, la culpa es de la gente que lo escucha y no de él que da un mensaje cuando menos indignante. ¿Cómo podemos exigir lealtad y compromiso cuando ni siquiera somos capaces de ser responsables de lo que decimos?
Más allá de la desagradable impresión que tales expresiones dejan, es preocupante constatar que quienes se encuentran al frente de nuestras instituciones tutelares son incapaces de reconocer sus yerros y, por tanto, no son idóneas para emprender las transformaciones sociales que el Perú necesita. Recordemos que antes de la pandemia, cada hora eran sentadas tres denuncias por violación en todo el país; es decir, 72 casos diarios, según los propios reportes de la Policía Nacional en ese entonces.
El coronavirus apenas redujo esta cifra en casi 7%. Se estima que en Piura hay 12 denuncias por cada 100 mil habitantes. Frente a esta realidad no podemos seguir adoptando posturas que han demostrado ser culturalmente ineficaces para combatir el crimen. ¿Pero se puede esperar algo de un Congreso que descree que la educación sexual es significante para empoderar a menores y mujeres?
El punto no es esperar algo, sino exigirlo. Deben nuestros congresistas ser auténticos voceros de la ciudadanía y los primeros es legislar desde la evidencia y no dar cabida a más prejuicios. Elera debe irse de la Mesa Directiva.
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