Después de recibir el 2022 intercambiando bendiciones y anhelos de vida y salud, toca retomar el camino con esperanza renovada y una buena manera es identificar los retos que Piura nos pone por delante en este nuevo año para empujar todos juntos -autoridades y ciudadanos- la recuperación de la región en agricultura, salud, educación, reconstrucción y gestión pública, a pesar de la pandemia que -todo parece indicar- nos acompañará por tercer año consecutivo.
Dejar listo el estudio del manejo integral y drenaje pluvial de Piura y Castilla, reconstruir la infraestructura de riego abandonada desde tiempos inmemoriales, terminar los hospitales de Sullana y Chulucanas así como los centros de salud de Castilla, Limón de Porcuya y San Miguel del Faique (obras de la ARCC), fortalecer la atención primaria de la salud, transparentar y agilizar el gasto público del GORE, así como asegurar un eficiente y seguro retorno a clases presenciales, son algunos de estas grandes metas de la región para los siguientes doce meses.
Como plantea una analista consultada para esta edición, los ciudadanos estamos en la obligación de exigir que en los últimos meses de gestión que les queda, las autoridades de turno en el GORE y Municipalidades den cuenta de lo que dejan, no con discursos populistas o atribuyéndose avemarías ajenas, sino aumentando los niveles de ejecución del presupuesto y transparentando la ejecución del gasto público.
A nivel de país, el Gobierno Central está obligado a virar el rumbo, dejar el populismo y triunfalismo de las últimas horas y pisar el terreno fangoso en que ha entrado por su ineficiencia y falta de transparencia. Que el país haya superado el 80% de la población objetivo vacunada con dos dosis, no es un logro exclusivo de este Gobierno como se pretende hacer creer, el proceso de vacunación viene de la gestión Sagasti, y alcanzar este nivel no pone fin a la pandemia ni asegura el retorno a clases presenciales.
El país agradecerá, y sin necesidad de un discurso en Chota, que el señor Castillo se ponga como meta este año abstenerse de emitir decretos populistas, frenar la caída de la demanda interna y la producción de bienes y servicios, revertir la pérdida de empleo y empobrecimiento de las familias. Tras cinco meses de inestabilidad e improvisación, el país no soporta más cháchara en nombre del pueblo.