Piura, la ciudad del eterno calor, está infestada de moscas pero parece que en los municipios nadie se ha enterado. De otro modo, habría una agresiva campaña de limpieza en marcha no solo para erradicar la basura, sino también los desagües colapsados cuyas aguas se extienden en los linderos del centro histórico.
Las autoridades no solo están para “gobernar” en los tiempos de calma, pues su verdadera eficacia se demuestra en los momentos de crisis y de colapso físico y espiritual. ¿Las hemos visto actuar? La expansión invasora de moscas, los desperdicios y las aguas servidas terminando de pudrir las pistas son elocuentes pruebas de un silencio negligente.
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Existen problemas en Piura -y en otras ciudades y pueblos de la región, por supuesto- que a fuerza de ser desatendidos se han convertido en parte de un paisaje triste, más triste aún cuando el clima se ha convertido en un adversario de incalculable cólera. ¿Qué esperan los alcaldes para intentar dar solución a este problema sanitario de extrema gravedad? Las moscas, cabe recordarlo, son transmisoras de enfermedades, portadoras en sus patas de porciones minúsculas de heces que, sin embargo, son capaces de quebrar la salud. Las moscas, también es preciso reiterar, nunca van solas, sino que funcionan como una eficaz vanguardia que antecede a otros bichos y animales capaces de transportar enfermedades y, en el peor de los casos, la muerte. Las fumigaciones no funcionan con ellas y es obligación de las autoridades elegidas actuar para tratar de paliar, cuando no solucionar, este asunto.
“¿Pero qué son dos, tres, diez o veinte moscas? ¿Acaso no han existido toda la vida?”, podrá decir algún vecino tratando de calmar la indignación de quienes no pueden siquiera comer por tener que sujetar con una mano el tenedor y con la otra un abanico, un periódico o lo que sirva para mantener a las moscas lejos de la comida. Las enfermedades transmitidas mecánicamente por las moscas domésticas (como la denominada “mosca casera”) incluyen tifoidea, paratifoidea, cólera, disentería bacilar, diarrea infantil, disentería amibiana, giardiasis, oxiuriasis, ascariasis, tricuriasis, teniasis etc., como se sabe desde 1950 cuando fue posible detallar la peligrosidad de estos insectos. El asunto no es para desatenderlo.
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