Cuando los peruanos creíamos que con un maltratador como premier habíamos tocado fondo en cuanto a pésimas designaciones de ministros, el señor Pedro Castillo y su compinche Vladimir Cerrón decidieron continuar con su macabro libreto: en plena tercera ola pandémica, cuando el personal de salud hace denodados esfuerzos para acelerar lo más que se pueda el retorno a clases presenciales mediante la vacunación de niños de 5 a 11 años, se les ocurrió poner al Ministerio de Salud en manos de un “vendedor de aceite de culebra”.
A solo tres días de prometer una recomposición de su gabinete “teniendo en cuenta la apertura a las fuerzas políticas, académicas y profesionales del país”, se olvidó de la “palabra de maestro”, de la ancha base y del consenso; en lugar de convocar a profesionales de primer nivel, como es el clamor del país, puso al frente del Minsa a un promotor de la venta de productos “medicinales”, sin ningún asidero científico, como el llamado “aguas arracimadas”.
Como para bajar aún más la moral del personal de salud que sigue arriesgando la vida ante el contagio masivo de ómicron, en plena crisis sanitaria les puso de ministro a alguien que, además de chamán, es un investigado por la fiscalía anticorrupción de La Merced por presuntos delitos de cobro indebido y negociación incompatible en agravio de la Red de Salud de Chanchamayo.
¿Cuál es el mérito del doctor de las “aguas arracimadas”? Sin duda ser militante y excandidato de Perú Libre y, cómo no, ser exfuncionario de la gestión de Vladimir Cerrón cuando era gobernador de Junín.
Salvo, expectorar al impresentable de Valer, Castillo simplemente sigue mintiéndole al país al decir que nombrará un gabinete de ancha base para luego imponerle uno más confrontacional, con un premier acusado de autoritarismo, un ministro del interior con deudas con la justicia y la ratificación del ministro Silva abanderado de la informalidad y el retroceso de las reformas del transporte. En lugar del cambio de rumbo que el país exige, tal parece que Castillo intenta mantenerse en el poder, agradando a Vladimir Cerrón al poner a su gente en las carteras de Salud y Energía y Minas, y de paso pisa el acelerado hacia la Asamblea Constituyente.