Y ahora quién apaga el incendio en Ayabaca. En Piura a veces actuamos con la idea equivocada de que los problemas globales como el calentamiento del planeta y su secuelas solamente van a afectar a otros países o regiones lejanas. La lógica consecuencia de este descuido es que cuando llegan los desastres nos encuentran desprevenidos.
PUEDES LEER ? Piura: Urge mayor interés del Ejecutivo para la planta de fertilizantes
Hace años que la prensa y los organisamos mundiales advierten que una de las consecuencias del calentamiento global es tanto la ocurrencia de incendios como la propagación de los mismos.
En lo que va del año los medios han saturado a sus audiencias con información sobre los grandes incendios ocurridos casi cada semana o cada mes en distintas latitudes. Entre los de mayor magnitud figuran los de Canadá, los peores de su historia, que hasta mediados de año obligaron a más de 20 mil habitantes a evacuar sus ciudades, perdiéndose 136 000 hectáreas que resultaron calcinadas, existiendo uno 1052 incendios activos.
En España, a pesar de la reducción del número total de incendios forestales siguen ocurriendo 11 mil 700 siniestros anuales, siendo el más reciente el de Tenerife considerado el peor incendio del verano en España, el cual destruyó 15.000 hectáreas.
En países vecinos como Brasil y Colombia también han venido ocurriendo siniestros de gran magnitud. El Perú no ha sido la excepción, el mes pasado ardieron 20 hectáreas en el distrito de Santa Teresa, en Cusco; pero el más grave en el país ha sido sin duda el del pasado 24 de agosto en Apurímac cuando las llamas causaron la muerte de cinco personas y dejando además once heridos de gravedad, en el distrito de Ihuayllo.
Aunque en Piura los incendios forestales no suelen ser de gran magnitud como los descritos, el Minam mediante infome 002 sobre estos siniestros, advierten que en la costa y sierra norte había “un potencial atmosférico de incendios forestales moderado”.
Sin embargo, no se complementa estos pronósticos con adecuadas acciones de prevención. Lo que evidencia el siniestro en varias comunidades de Ayabaca, frente al cerro Aypate, es que no se está educando a los habitantes para preventir, menos para controlar estos eventos que, por las anomalías climáticas, se tornan más difíciles de controlar.