Es innegable que con su improvisación, ineptitud y declaraciones contradictorias el presidente de la República y muchos personajes de su entorno son en gran medida responsables de que aparezcan cada vez más opiniones a favor de la vacancia presidencial.
Esta no es, sin embargo, la salida más conveniente para el país, enviar al primer mandatario a su casa por incapacidad moral permanente pareciera lo más lógico, pero lo único que se lograría con esta medida es sumir al país en un clima de caos e incertidumbre.
Analistas consultados para esta edición advierten que en este momento el remedio sería peor que la enfermedad. Optar por la vacancia sería abrir una puerta hacia la inestabilidad permanente en el país. Ni siquiera ha sido aprobada la moción, incluso muchos especialistas creen que no prosperará; sin embargo, ya empezó a generar desconfianza y amenaza con afectar el desarrollo del país.
Una vez más la polarización, tan presente en el país desde que Pedro Castillo se ciñó la banda presidencial, amenaza con recrudecer si, desde el Gobierno pero también desde algunas fuerzas políticas, no se baja el tono confrontacional de los últimos días.
En ese sentido, son oportunas las advertencias hechas ayer por el ministro de Economía en el sentido de que la moción de vacancia presentada genera una situación de incertidumbre en el ámbito de las inversiones. Sin embargo no es suficiente y no ayuda al logro de acuerdos -una de las mayores carencias de este Gobierno- que la ministra de la Mujer Anahí Durand lance expresiones subidas de tono como que el pedido de vacancia es un intento golpista.
Por el bien del país, lo que les toca hacer a los integrantes del Ejecutivo y al Legislativo desde hace mucho, es dejar de tomar partido y menos ideologizar los delicados problemas nacionales, adoptando una postura neutral como corresponde. Consensos, acuerdos por el bien de todos es lo que pide a gritos la población cansada de tanta improvisación y permanente enfrentamiento.
Si no quieren perjudicar más al país y empujarlo hacia un círculo vicioso de vacancias y desgobierno, corresponde que ambos poderes, Ejecutivo y Legislativo, demuestren con hechos y no con palabras, su voluntad de echar a andar la economía dentro de un marco de respeto a las leyes e instituciones. Solo será posible iniciando un diálogo nacional que priorice los acuerdos y no los ataques.