Ya era tiempo que las autoridades iniciaran las acciones necesarias para ayudar a contrarrestar el polvo en las calles, un polvo que no solamente es producto de la arena o tierra propias de la región, sino también de las heces y orines de animales mezclados.
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A diario, los piuranos inhalamos esta combinación mortal y las consecuencias están a la vista: casos de alergia en las circunstancias más leves, y de leptospirosis en las más graves. Ya se ha dicho que el uso de mascarillas podría minimizar el riesgo de contraer cualquier afección por el polvo contaminado, pero el piurano, comprensiblemente, es reacio a volver a una medida que fue percibida como coercitiva durante la pasada pandemia de coronavirus.
Nuestros gobernantes locales han informado que hoy comienzan los trabajos de erradicación de este polvo mediante máquinas, pues contratar más trabajadores para realizar esta labor de manera “manual” es imposible hoy en día. No importa de momento cómo se haga; Piura capital agradecerá enormemente que se haga algo por mejorar la calidad de vida de los ciudadanos Pasado -aparentemente- el peor momento de las precipitaciones, es tiempo de ordenar de a pocos pero sin descanso las calles y las pistas que han quedado destruidas a pesar de las promesas de quienes las construyeron y de quienes pagaron por un servicio que, evidentemente, fue una estafa. Al menos limpiar las veredas y pistas de este polvo peligroso para la salud es una medida que se agradece. Solo esperemos que no se trate de cosa de dos días y después que todo vuelva a la situación original.
Piura y las demás ciudades de la región expuestas a estos percances climáticos y a estas consecuencias indeseadas deberían tener establecidos sus parámetros de acción para proteger a la población de enfermedades tan agresivas como la leptospirosis o las conjuntivitis y las alergias.
No deben esperar a que Piura o la región entera se convierta en zona caracterizada por las enfermedades infecciosas o respiratorias, sino que debe marcar la diferencia con gestiones enfocadas en la prevención y también en la respuesta inmediata frente a los desastres.
Recordemos que el próximo año podría ser escenario de un “Niño global”; las maquinas de limpieza deberán funcionar sí o sí para evitar que el problema climático se transforme en uno de salud pública.