Mirar el trabajo que han hecho las selecciones de Ecuador, Arabia Saudí o Japón debería inspirarnos a crecer deportivamente. El fútbol, considerado el “deporte rey”, también ha internacionalizado la calidad de juego, la disciplina deportiva y el sano y necesario afán de superación.
En los tres primeros días de Mundial Qatar 2022 las sorpresas han sido sucesivas; han caído estrepitosamente aquellas selecciones consideradas favoritas para jugar la final y han marcado goles los combinados de países con escasa cultura pelotera.
Lo que ha pasado es que el fútbol ya no conoce las fronteras, la pasión que provoca es la misma en el Perú que en Kuwait, en Argentina o en Alaska, en Japón y en Johannesburg. Se han vuelto mundiales las barras, las camisetas, los genios del balompié y las ganas de disputar trofeos. Los equipos sudamericanos y europeos monopolizaban todo lo anteriormente mencionado, ¿pero por qué no tendría derecho a rozar la gloria?
Y si todos tenemos derecho al sueño mundialista, ¿qué nos falta a nosotros para dejar de apostarle todo al repechaje como en las dos últimas ocasiones? La lección mundialista es la disciplina, algo que no existe aquí. Bastaría con ver los partidos de la Copa Perú para ver que el compromiso es una palabra muy pesada. No hay compromiso de quienes administran el fútbol, y tampoco lo hay de los clubes.
La liga más extensa del país también es la menos transparente y la menos organizada. ¿Cómo se puede pretender alimentar las opciones de la selección con cuadros probados en un torneo de gran exigencia, si ese torneo destaca por su informalidad, por la mala calidad de sus escenarios y por voces que advierten irregularidades cada vez más bochornosas?
Delante de nosotros tenemos el siguiente mundial. Perú ha demostrado en los últimos ocho años que tiene la potencia y la garra para plantarle cara a selecciones “caseritas” de los mundiales. Tenemos hoy esa fuerza, pero vivimos sujetos a la precariedad de los torneos -hablamos de la Copa Perú, pero las Ligas no se salvan de críticas-: confiamos principalmente en cuadros que juegan en el extranjero y que tienen un fogueo que en casa jamás hubieran experimentado. El fútbol peruano tiene que mejorar y los ejemplos de lo que se puede conseguir están en la televisión.
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