Es probable que nunca antes el presidente Pedro Castillo haya dado una oportunidad tan propicia a sus enemigos para intentar vacarlo. En un acto que es, a todas luces, una irregularidad y que linda con el delito y la tantas veces mentada “incapacidad moral”, Castillo ha violado la transparencia que debe ser esencial al ejercicio del poder y ha mantenido reuniones que podrían definirse como “clandestinas”.

Solo el periodismo ha podido descubrir que, además de Palacio de Gobierno, la sede legal del Ejecutivo, el mandatario también sesionaba en un inmueble de Breña (Lima). ¿El gobierno de izquierda tiene su propia “salita del SIN” que tanto ha aborrecido? Como si pretendiera copiar el estilo de las reuniones que en los 90 y 2000 fueron la causa de la caída del régimen de Alberto Fujimori, Castillo ha sesionado en las sombras, sin registro, sin cuaderno de visitas, con empresarios, políticos y funcionarios de Estado.
Siempre hemos creído que la historia, si no es estudiada ni aprendida, se repite: al parecer, poco o nada ha comprendido la casta política, sea de izquierda o de derecha, de aquellas experiencias autoritarias en que el poder se ejercía detrás del telón, a escondidas y sin el testimonio de la ciudadanía. Esa forma de hacer política debió haber muerto en el año 2000, debió haber desaparecido con quienes envilecieron las instituciones y pusieron de rodillas a las Fuerzas Armadas, así como a gran parte de la representación congresal. Debió desaparecer junto con el azote de la prensa chicha, el periodismo comprado y la oposición ficticia, de alquiler. Debió desaparecer junto con esta cúpula indecente que quebró la moral del país a cambio de “crecimiento” económico. ¿Son las acciones de Castillo la muestra de que estamos a un paso de repetir nuestra peor historia y nuestras peores crisis?
Necesitamos una solución política, una solución que podría pasar por un traumático cambio en el poder. En nombre de la democracia, esta es una situación siempre indeseada, ¿pero puede resistir el sistema más ineptitudes? ¿Es posible que el Congreso se limite únicamente al ejercicio del control político sin tener que pensar en la vacancia como una posibilidad para prevenir un descalabramiento de la imagen del país? El tiempo corre en cuenta regresiva.