El agua potable es un servicio vital, un derecho y una necesidad, más aún en medio de esta pandemia, en donde la higiene es una herramienta básica para alejar al virus. Sin embargo, Piura , Sullana, Paita y Talara tienen una serie de problemas para abastecerse.

La administración de este servicio está en manos de la Entidad Prestadora de Servicios de Saneamiento (EPS) Grau que, lamentablemente, no demuestra eficiencia. Todo lo contrario.

Hasta el momento no ha sido capaz de combatir el clandestinaje, el robo y el desperdicio del agua. Ello le causa un enorme forado económico que no le permite invertir en mejorar el servicio. Las consecuencias las pagan los usuarios, sobre todo los que viven en asentamientos, en donde el agua llega en la madrugada y sin la presión necesaria.

En medio de esta pandemia varias zonas se han quedado sin agua por varios días, Catacaos, Las Dalias, Castilla, entre otros. Los pozos tubulares colapsan y repararlos demora uno o dos días y los planes de contingencia de la empresa no resuelven las necesidad de la población.

A los problemas de la producción y generación de agua se añade el pésimo sistema de alcantarillado de la ciudad. El colapso de una cámara de bombeo no solo genera que algunas tuberías y buzones revienten, sino que para evitar la inundación con aguas servidas se debe dejar de dar agua a la población.

Los problemas de la EPS Grau se tienen que resolver, Piura es una ciudad en pleno crecimiento y con eventos El Niño que cada cierto tiempo hacen colapsar los maltrechos sistemas de saneamiento.

Es urgente que los proyectos de ampliación de la planta de tratamiento de Curumuy y el cambio de alcantarillado, rediseñado, pensado en las necesidades de la población se pongan en marcha.

Paralelo a ello, es urgente que la empresa logre poner en azul sus cuentas, de lo contrario, el servicio seguirá siendo malo y no ayudará a luchar contra las enfermedades que siempre azotan a la humanidad.