Ni siquiera los otrora incondicionales pueden soportar el peso del descrédito del Ejecutivo. No son pocas las voces que reclaman la reconstrucción de la izquierda peruana.
Más allá de si el presidente Castillo es vacado o no, urge rehacer el trabajo de bases y de instrucción política con miras a las futuras elecciones, aseguran personajes como la experulibrista Zaida Arias. ¿Pero bastarán solo unos años para lograr esa reingeniería política que la izquierda anhela ante el estrepitoso fracaso moral del Gobierno?
Definitivamente, no bastarán cinco años hasta que la izquierda pueda arrogarse la representación moral y política de los desposeídos. Castillo, con su discurso monocorde salpicado con oportunas invocaciones al “pueblo” y su actitud socarrona ante la prensa y la justicia, ha comprometido la credibilidad de cualquier experimento socialista en el Perú. Las opciones se limitan a una izquierda liberal, capaz de hablar claro cuando se trata de las vetustas dictaduras que operan en el mundo. ¿Podrán hacerlo? ¿Debe alegrarse la derecha?
Pues no: la derecha también se ha granjeado antipatías que explican en parte por qué no ha podido recobrar el poder y entregarlo a sus bienamados tecnócratas. Si la derecha se limita a esos conocidos personajes incapaces de tener una idea clara de lo que buscan, entonces Castillo tendrá garantizada su permanencia hasta el 2026. También deberíamos preguntarnos si ciertos personajes cuyas ideas son una mezcla insólita de beatitud y violencia son de derecha.
El Perú tiene una rica tradición conservadora (José María Pando, Felipe Pardo y Aliaga, el cura y político Bartolomé Herrera, Manuel Pardo y Lavalle, Mariano Ignacio Prado, Víctor Andrés Belaunde y, por supuesto, la inmensa figura del polígrafo José de la Riva Agüero y Osma. ¿Reconoce en nuestros actuales caudillos “de derecha” alguna virtud de los prohombres mencionados?
El Perú se encuentra en una hora trágica, pues no es capaz de echar a los corruptos de las instituciones y, lo que es peor, no aparecen personas idóneas para ocupar esos puestos y reconstruir la patria. Nos hemos dedicado a aplaudir la debacle de la izquierda sin mirar si a nuestro alrededor tenemos aliados o tan solo gallinazos haciendo cola.
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