Si como dicen algunos, desde muchos años antes de la pandemia, los piuranos veníamos perdiendo el verdadero sentido de la Navidad, apartándonos de su esencia con fines puramente consumistas, egoístas e individualistas; las actuales circunstancias en que tenemos prohibido armar grandes jaranas, abarrotar las playas y destinos turísticos e incluso se nos impide salir a pasear en vehículos particulares, nos obligan a reflexionar sobre lo verdaderamente importante como el don de la vida o el privilegiado regalo de la salud.
Nos toca vivir una Navidad diferente. El COVID-19, además de los estragos causados, nos impide desvirtuar una vez más la celebración de la llegada del Hijo de Dios. Es innegable que, como casi nunca, esta vez las fiestas y acostumbrados ágapes navideños en las familias y empresas han tenido que ajustarse y ser mucho más austeros que lo habitual.
Y es que hoy muchos piuranos que perdieron un papá, una mamá, los abuelos o hijos, y están pasando su primera Navidad sin ellos; hay también quienes hemos seguido de cerca el drama de amigos y compañeros de trabajo que, por haberse contagiado, se gastaron todos sus ahorros para salvar sus vidas. Nadie como los que han perdido sus fuentes de trabajo, saben que no hay espacio para los regalos costosos; entonces esta vez tuvieron que vivir una Nochebuena austera, sin haber recibido su sueldo como lo hacían cada mes; o han sufrido un fuerte recorte salarial.
Las autoridades sanitarias han alertado que en Lima y diversas ciudades del norte del país, incluida Piura, registran un incremento sostenido de casos, entre otras razones, debido a la concurrencia masiva de personas a lugares públicos de gran concentración.
Es necesario, por tanto, evitar a toda costa que las fiestas de Navidad y Año Nuevo sean el preludio de un incremento masivo de contagios que harían nuevamente colapsar nuestro limitadísimo sistema de salud.
Tal como lo ha dicho la presidenta de EsSalud, Fiorella Molinelli, el mejor regalo que en esta Navidad se le puede entregar a nuestros seres queridos no son costosos regalos, ni siquiera una ostentosa cena navideña, sino por encima de todo, mantener a toda la familia sana y libre del virus; es decir evitando, con el esfuerzo de todos los ciudadanos, una temida segunda ola de la pandemia.