El presidente Vizcarra le ha dicho a los alcaldes y al gobernador que, al menos, logren superar el gasto del 50% de su presupuesto. Seguramente, esto se tomará al pie de la letra y en los próximos días veremos inauguraciones de veredas, primeras piedras y toda la parafernalia a la que se recurre cuando se maquilla la mediocridad.

Porque debemos decirlo: las autoridades piuranas han sido mediocres para invertir, para enfrentar la pandemia, para solucionar el problema vial, para dotar a Piura de servicios básicos, etc. Han sido tan mediocres que seguramente por ello no son amigas de dar la cara. Vizcarra les pidió gastar el 80% de los destinado a obras. La pandemia paralizó todo, dicen. Lo que ocurre en el Perú es que tenemos alcaldes y gobernador; es decir, títulos, rangos, pero no gestores.

En vez se sentarse a esperar que el COVID un día desaparezca por gracia divina, nuestras autoridades deberían esforzarse por dinamizar la economía. Uno de los cuatro componentes clásicos del crecimiento -y del desarrollo, si se quiere ir más allá, es la inversión pública, que genera puestos de trabajo, que arrincona a la informalidad, que estimula el consumo; aquí se desaprovecha la oportunidad o se la entrega a la empresa privada, cuando el Estado puede y tiene el deber de entregar a la ciudadanía infraestructura para garantizar su desarrollo.

Ya hemos dicho las verdades de nuestras autoridades, y toca decir que el presidente tampoco se puede escapar a las críticas pues llegó a Piura con solo mil tablets. Si lo comparamos con el universo de 220 mil escolares en extrema pobreza, la cifra de mil equipos da risa y pena a la vez. ¿Que en noviembre y en diciembre se terminará con la entrega? Esperemos que no sea otro cuento chino para bajar la intensidad de la decepción que muchos peruanos sienten por los actos de presunta corrupción en los que el mandatario estaría involucrado. Pero si ese hubiera sido el cometido, debió haber traído las setenta y tantas mil tablets prometidas. Existen las curas para las crisis políticas: cumplir con el pueblo es la mejor de todas.

¿Qué haremos los ciudadanos de a pie, cercados por el coronavirus, la ineficiencia de los Gobierno locales y la desconfianza que envuelve al Ejecutivo? Solo nos queda aprender a votar mejor porque el tiempo no lo podemos retroceder.