La elección de la Mesa Directiva del Congreso de la República muestra un escenario complicado al inicio del nuevo gobierno: por un lado, tenemos a un oficialismo débil que no puede sostener su propia candidatura a la dirección congresal cuando se atiene a las reglas de la democracia -aunque hay lecturas divergentes al respecto- y, por otro lado, queda en evidencia que la oposición de derecha aún no aprende que su fracaso se debió a su fragmentación en muchos rostros. Acción Popular, que se ubica en la centro derecha del espectro político, ha ganado la presidencia del primer poder estatal, pero queda en el camino algún actor político que deseó ser protagonista, a pesar del ridículo de sacar menos votos de los calculados. Aún así, este es el principio de una larga historia de cinco años en los que, seguramente, el Congreso, con sus virtudes y defectos, jugará un rol crucial.

¿Qué es lo que sigue? Mañana, en su mensaje a la nación, Pedro Castillo marcará un rumbo político, económico y social. El Congreso, como corresponde, debe mantener una posición de contrapeso político. Esto quiere decir, una posición de vigilancia, de fiscalización, de denuncia si corresponde, y debe marcarle los límites al Ejecutivo, debe significar, en medio de toda esta incertidumbre y bruma política, la claridad de la ley. En principio, debe cautelar la Constitución y fijar los medios de reforma o cambio legítimo de la misma. El lema del nuevo Congreso, sea quien sea su dirigente o sea cual fuere su mesa directiva, debe ser la defensa de la democracia frente a cualquier posibilidad de desvío de este ideal.

Los actuales miembros del parlamento tienen otra misión y es elevar la calidad de esta institución, venida a menos, desprestigiada y vilipendiada por sus recientes inquilinos; hemos vivido cinco años de luchas improductivas entre el Congreso y el Ejecutivo que han dado lugar a sucesivas crisis, una peor que la precedente. Incluso en sus luchas y en sus reclamos, el prestigio del Congreso debe ser recuperado. Atrás deben quedar los recuerdos de Bartras, Becerriles, Merinos, de Valdez y otros tantos que solo han mancillado la majestad de la primera entidad representante de los intereses de la ciudadanía. Esperemos que en este nuevo periodo pueda verse trabajo conjunto, pero también dignidad y defensa del orden democrático.