A diferencia de las actividades legales de la economía, el tráfico de drogas no se ha detenido debido a la pandemia. Esta semana, la incautación en Paita de más de una tonelada de cocaína que era transportada de Guayaquil a Bélgica por un buque de bandera de Liberia, demostró que el accionar del narcotráfico no solo se mantiene en el litoral de Piura y el norte sino que va en aumento.
En las últimas nueve semanas se ha detectado no solo tres casos de tráfico de cocaína a gran escala vinculados a Piura, también una pista clandestina en Sechura, usada por los cárteles para agilizar sus envíos ilegales.
En setiembre dos poderosas organizaciones criminales procedentes de Colombia con nexos en Piura fueron puestas al descubierto. Una de ellas operaba en la zona colombiana de Tulcán y a la vez en la sierra de Ayabaca (sector Remolino), donde acopiaba. El pasado 9 de setiembre se le incautó un trailer con más de media tonelada de droga, cuando el estupefaciente ya había sido llevado a Lima.
Posteriormente, el pasado 28 de setiembre, en Veintiséis de Octubre se decomisó 118 kilos de droga que iba a ser enviada por Paita a Estados Unidos. La organización que había alquilado un departamento para alojar en nuestra ciudad al encargado de hacer el envío, era financiada por un colombiano y tenía entre sus presuntos integrantes al hijo de un expremier del último gobierno aprista.
A los grandes decomisos se suma el descubrimiento de una pista clandestina que presumiblemente era usada para enviar más droga en menos tiempo. La pista tenía un kilómetro de largo y 30 m de ancho y fue descubierta por la Policía el pasado viernes 2 de octubre en el distrito de Bayóvar, provincia de Sechura, a la altura del kilómetro 41 de la antigua Panamericana (en el tramo entre ciudad de Punta Bapo y Playa Reventazón).
No era la única en el norte. El 18 de junio, en el sector Las Dunas, distrito de Mórrope (Chiclayo, Lambayeque), las autoridades destruyeron otro aterrizaje clandestino de al menos 800 metros.
Si las mafias intensificaron su accionar en Piura, significa que los mecanismos de control son más fáciles de burlar que en otras regiones. Un perjuicio más para nuestra ya golpeada economía. ¿El Mininter aún no dice cuál será su respuesta ante esta grave amenaza para los piuranos?