De facto, la cuarentena no funciona más en Piura. Luego de que el domingo todos los agentes policiales y militares estuvieran en las esquinas controlando el tránsito -motivados, obviamente, por la llegada del presidente Martín Vizcarra-, en los días siguientes la situación ha sido incontenible: han vuelto las colas, la congestión vehicular, el comercio ambulatorio y hasta la venta de comida al paso se reanuda al margen de las leyes. Nos preguntamos si a estas alturas solo queda sincerar la situación y levantar las medidas de aislamiento.
La apuesta es peligrosa. Países que creían haber derrotado al coronavirus levantaron sus cuarentenas y la enfermedad volvió a atacar con mayor agresividad. No nos referimos únicamente a China, sino a Nueva Zelanda, que fue citada como un ejemplo y cuyas medidas restrictivas fueron comparadas con las aplicadas en Perú. Los europeos se han vuelto a ver las caras con la muerte y nosotros todavía nos preguntamos si vale más salvar la economía o mantener restricciones que, por otro lado, tampoco se cumplen como se debería, ya sea por negligencia de la población como por desidia de los encargados de la custodia.
Hay que decir que eso de escoger entre la economía y la vida es un falso dilema. La vida y la economía están fuertemente entrelazadas al punto de que una productividad desactivada implica desempleo, hambre y muerte. La pregunta es si los empresarios de esta región -así como del resto del país- están preparados para trabajar de acuerdo a las nuevas normas que las circunstancias imponen, y si el Estado está, a estas alturas, preparado para el enorme costo social que traerán consigo las modernas políticas sanitarias.
Una cosa es que la gente no respete las normas y otra muy distinta es que podamos levantar la cuarentena con protocolos adecuados de reanudación de actividades y vuelta a la normalidad. Lo inteligente sería adecuar los controles a la realidad. De lo que sí estamos seguros es de que la siguiente página de esta historia contiene un relato de pobreza que sí obliga a repensar el levantamiento de la cuarentena como una opción para oxigenar la economía y asegurar lo que queda del empleo, y para fomentar nuevos tipos de emprendimientos que permitan subsanar la brecha que cada día se hace más grande y profunda entre los peruanos.