Mucha suspicacia ha causado la nueva norma que obliga a los bancos a dar información a la Sunat sobre aquellas cuentas que tengan 10 mil soles o más. Históricamente, el secreto bancario ha sido una de las salvaguardas contempladas por la ley para proteger al individuo del acoso de las instituciones. Esta es la perspectiva de la discreción financiera en las democracias liberales. ¿Es posible que los actuales tiempos, ahogados en un mar de corrupción, justifiquen la renuncia a determinados mecanismos de protección ciudadana?
Creemos que, aunque sus intenciones sean buenas, se trata de un exceso que es necesario denunciar. No solo es una afrenta a la libertad y a la seguridad financiera, sino que también es una pésima estrategia que podría provocar lo que, precisamente, pretende combatir: con un sistema bancario vigilado de los pies a la cabeza, no habrá otra alternativa que actuar al margen de él. Esto no solo sería una opción para los delincuentes o los sospechosos: la incapacidad del Estado para controlar demasiada información financiera podría provocar que esta se filtre y acabe en manos de estafadores. No solo el defraudador tributario buscaría otras vías para almacenar su dinero, sino también aquellos ahorristas honrados que se verían expuestos a la mirada anónima del Estado.
En esta edición, asumiendo nuestro rol de informar y de ofrecer alternativas a la ciudadanía y al poder, también criticamos la medida del Ejecutivo y brindamos opciones, como el reforzamiento del impuesto a las transacciones financieras (ITF). Este sistema ha sido mal usado en los últimos años, pero podría retomarse con transparencia, conforme al sentir del presidente Sagasti y su gabinete. Podríamos tener los mismos mecanismos de control actuales, pero con moralización y sin entrometimientos que podrían desencadenar en una crisis financiera y de confianza.
En los últimos años, el tema económico ha sido una piedra de tropiezo para nuestros gobernantes. Necesitamos que las reformas y medidas se planteen y ejecuten con criterios técnicos y no restringiendo innecesariamente libertades a la ciudadanía. Miremos hacia el norte del subcontinente para ver cómo han terminado las experiencias políticas de coacción.