¡Pobrecitos los congresistas asediados y acosados por la prensa de horribles dientes filudos, que sin razón alguna cuestiona sus bonos como si los padres de la patria, todos ellos tan humildes, no merecieran llevarse un pequeño aguinaldo! ¡Qué malo el periodismo con los miembros de la Junta Nacional de Justicia (JNJ) que mensualmente se llevarán 70 mil soles! ¿Acaso no entienden que la justicia cuesta y todos tenemos que poner de sol en sol para que el país sea más vivible
Desde que en este país existen las autoridades pero no los ciudadanos concientes y educados, existen la coima, el abuso, los sueldos indolentes y la pereza burocrática. La clave está en el control ciudadano; es decir, en la formación cívica, en el esclarecimiento del derecho y en la transparencia como una obligación y no una mera cortesía que, encima, tiene costo para quien se anima a pedir cuentas.
Una pregunta que deberíamos hacer es por qué los congresistas, los vocales de la JNJ y hasta asesores congresales -como aquellos que de día son consejeros y de noche fungen de trolls justicieros- ganan tremendos sueldos, si no son sometidos a ninguna evaluación ni peritaje. En el sector privado, cientos de aspirantes hacen cola y solo unos pocos son elegidos para puestos de importancia luego de demostrar sobradamente sus capacidades. Una elección o designación no basta para justificar sueldos arrogantes, así como gratificaciones y bonos exagerados.
La fallida Comuna de París (1871), un intento de organización anarcoide que rigió por setenta y dos días, fue una de las primeras instituciones políticas en plantear la idea de la política como servicio y establecer que el sueldo de un parlamentario debía ser el mismo que el de un obrero, además de inventar otros mecanismos de control de funcionarios 150 años antes de la Internet, X, Facebook y otras redes de linchamiento masivo.
Imaginemos a una ciudadanía forzando ciertos límites, aterrando al poder estatal y doblegándolo para que en el sector público se establezcan remuneraciones racionales. En caso de seguir por el camino de la estupidez, solo estaremos abonando al descontento; la corporación política seguirá ensimismándose y constituyéndose en un micropaís aparte. En otras palabras, nos caerá el desgobierno, al margen de si hay alguien en Palacio.