El nuevo escenario de la ‘guerra política’ se trasladó del JNE al Congreso de la República.
La disputa ahora es por la “Mesa Directiva” que debe elegirse antes del 28 de julio. La importancia de esta dependencia recae en que tiene a su cargo la administración del Congreso, los debates del Pleno y de la Comisión Permanente; pero también la decisión sobre el nombramiento de los funcionarios del más alto nivel del Legislativo.
Si la Mesa Directiva cae en manos de PL, el poder de Castillo-Cerrón será mayor, considerando que sus objetivos “irrenunciables” son el de ‘capturar’ también la presidencia del Congreso y con ello eliminar toda resistencia a la convocatoria de la Asamblea Constituyente; el cambio de la Constitución y los “grandes cambios” que han anunciado en su famoso y cuestionado ideario político.
Por el bien de la paz pública, la democracia y en defensa de esta, ambas presidencias no deberían estar en manos de PL ni de Fuerza Popular, pues de ser así, se alargaría por tiempo indefinido la tensión y polarización que hoy padece todo el país, la cual no solo afecta a la política mediática sino al bolsillo de todos los peruanos.