Guido Bellido no renunció, lo botó el presidente Pedro Castillo quien por fin se armó de valor para ponerlo en su sitio.
Este sorpresivo hecho, sin embargo, tiene varias lecturas. Una de ellas y quizás la más importante es el evidente cisma en PL y un probable alejamiento de las ideas retrógradas y dictatoriales de Vladimir Cerrón. Otra, el cambio de rumbo de su gobierno.
La caída de Puka llega en un momento en que la temperatura política amenazaba con hacer erupción; sin embargo, ¿será suficiente esta renuncia para disipar tensiones y temores? A Cerrón no le caerá en gracia que lo hayan dejado sin su alfil en el gobierno y sin –por ahora- asamblea constituyente… habrá que estar atentos a las represalias y contragolpes de PL.
Castillo en su breve mensaje volvió a ratificar su compromiso con la inversión privada evidenciando un cambio de rumbo, pero eso dependerá del equilibrio de poderes y la recuperación de la gobernabilidad; igual, de lo conciliadores y dialogantes que puedan ser los nuevos ministros; pero sobre todo de las reglas claras para la inversión, sin extremismos ni actitudes dictatoriales o beligerantes como lo estaba haciendo Bellido.