Escuchando la exposición del premier Guido Bellido en el Congreso, deja la sensación que el gobierno de Pedro Castillo sigue con su menú populista como si estuviera en el fervor de la campaña, sin percatarse que su responsabilidad ahora es gobernar, avivar la economía, reactivar las obras y dejar de insistir en acciones proselitistas que solo generan confrontación y movilizaciones en las calles.
Castillo y su premier no deben olvidar que el poder que ejercen desde el Ejecutivo es débil, que aún con la confianza otorgada, tienen una baja representación congresal (37), y con eso deben enfrentar la crisis de gobernabilidad y a la oposición política enconosa. Esa es la realidad que obliga al Ejecutivo a ser más pragmático que ideólogo. La población exige acción antes que discursos incendiarios o promesas vacías.
Si Castillo y su premier no asimilan este escenario y asumen el liderazgo de sus cargos por encima de la promesa fácil, el fanatismo ideológico o la manipulación de Vladimir Cerrón, entonces el ruido de la vacancia o el golpe de estado seguirán retumbando y generando la inestabilidad que a todos afecta. Se aprobó la confianza,sí, pero con desconfianza.