Parece que el presidente Pedro Castillo le gusta hacer piruetas al filo de la navaja; saltarse con garrocha los fundamentos del derecho y los procesos legales para la designación de personal en cargos importantes del Estado, al nombrar al polémico Daniel Salaverry, como presidente de Perú-Petro, sin tener experiencia en el sector petrolero.
¿Con este nombramiento busca pechar a la oposición política o simplemente intenta dejar sentado que como él es el presidente, hace lo que quiere, aun por encima de las normas legales? Lo cierto es que con acciones como estas, el mandatario -en vez de virtudes-, suma más procesos de investigación a su accidentada gestión de cinco meses, pues la Contraloría intervendrá de oficio y será la que determine qué méritos tiene Salaverry y si es idóneo para el cargo que se le asigna.
Esta no es la primera vez que Castillo comete estos errores en la designación de su personal de confianza, también lo hizo con su consejo de ministros y otros directivos importantes de empresas estatales a los que ha tenido que cambiar abruptamente ante el linchamiento político que se le vino. ¿Con Salaverry será igual… cuánto durará?
