Lo que los peruanos vivimos con esta tensión política es producto de la cultura del vivo. Uno proclamándose vencedor aun sabiendo que podrían descubrir su trampa. Otros pretendiendo con protagonismo apasionado intervenir para desviar la atención; mientras otros tantos aprovechan el caos para deshacerse, bajo leguleyadas, de cargos delictivos comprobados como el de corrupción.
Todos quieren ganar sin importar cómo y otros buscan protagonismo como el fiscal José Pérez, quien justo en un momento de tensión social por definir a un presidente, se le ocurre con impertinencia pedir prisión preventiva contra Keiko. Despierta suspicacia, también, que justo ahora se le ocurra a un juez en Huancavelica, anular la sentencia en primera y segunda instancia al polémico exgobernador de Junín, Vladimir Cerrón, acusado por corrupción.
Y como si en el Perú estos eventos distractores no fueran suficientes, al presidente Francisco Sagastegui se le ocurre la ‘brillante idea’ de llamar a Mario Vargas Llosa para intervenir calmando los ánimos de los líderes de FP, con el argumento de que todo ya está consumado. ¿Será todo orquestado o simples coincidencias?