Según el ministro de Salud, Hernando Cevallos, los universitarios podrían volver a las aulas la próxima semana, siempre y cuando las universidades cumplan con estándares de bioseguridad. La propuesta entusiasmó a los estudiantes que sienten que la educación virtual, sobre todo en carreras en las que se requiere de laboratorios y prácticas presenciales, ha sido hasta ahora un desastre.
En el otro extremo, a ciertas autoridades y empresarios universitarios, no les cayó en gracia el anuncio, en especial a las privadas que hoy dictan clases desde sus sedes centrales de Lima o Trujillo porque los obliga a volver a contratar profesores para sus sedes descentralizadas, pues con la pandemia muchos se fueron o despidieron y se apoyaron solo con profesores de la sede central, recargándolos de estudiantes.
Además de contratar maestros, la bioseguridad demandará costos adicionales. No se sabe si habrá exigencias adicionales a las que ya existen, pero de lo que sí estamos seguros es que los gastos que vengan pasarán al bolsillo de los sufridos padres de familia. Un buen argumento para subir pensiones y también para la deserción universitaria. Ojalá nos equivoquemos.