El veleidoso río Piura se la pasa todo el año ‘dormido’; lánguido e inofensivo, pero cuando despierta se convierte en un monstruo que aterra y pone a correr a todos los pueblos asentados en su cuenca. Hasta ahora es indomable y cada año se vuelve más peligroso a pesar que en los últimos 25 años se ha invertido ingentes cantidades de dinero en busca de mantenerlo quieto en su cauce.
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Nuestro río ha soportado caudales históricos de 4 mil 424 m3/s el año 98, cuando cayeron dos puentes a causa de la socavación, e inundó el Bajo Piura. En marzo del 2017 con 3.700 m3/s volvió a inundar el Bajo Piura y las ciudades de Piura y Castilla. Tras los trabajos de encausamiento y con una avenida superior a los 800 m/s que se espera para hoy, autoridades y pobladores empezaron a temblar ante otra probable inundación.
Y hay motivos para ello, porque su lecho sigue colmatado. Prueba de ello, y según los especialistas en hidráulica, es la lentitud con que discurren hoy las aguas, lo que genera que el nivel hídrico se eleve en la zona urbana como Piura. Aún hay esperanza que las nuevas defensas resistan, pero de todas maneras hay que ir llenando sacos de arena y esperar otros sustos más en los próximos años hasta que el río pueda desembocar en el mar que es la solución que dan los expertos.
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