El presidente Martín Vizcarra no tenía alternativa que refrescar su gabinete, apurado por aquietar la turbulencia política que está armando el Congreso desbocado. Los congresistas, que andan en campaña y en plan populista, habían pedido la interpelación de Zeballos y de otros cinco de sus ministros para que respondan por las peripecias de la pandemia.
Pedro Cateriano resultó ser el gallo de tapada de Vizcarra, cuya misión será acallar ese bullicio politiquero y renovar oxígeno al último año de gobierno vizcarrista. Cateriano, cuestionado por haber sido premier con Ollanta Humala, es pechador y con capacidad política para vincularse con el Congreso, tanto así que hasta el propio Vizcarra podría perder presencia mediática, que es lo que necesita tras su desgaste con el Covid-19.
Pero más que política, el nuevo premier tiene por delante grandes retos que cumplir. El más inmediato: estabilizar la economía y revertir la caída libre del PBI que en mayo llegó a 39%; continuar la lucha anticorrupción; promover y cuidar la institucionalidad del país y, sobre todo, mejorar la calidad de vida de los asustados peruanos. Cateriano estará en el ojo del huracán el resto del año.