Las bravuconadas del premier Guido Bellido han pasado de ser atrevida pedantería de poder para convertirse en un problema de estado que afecta al propio Estado y de manera peligrosa a la economía; la estabilidad política y a la gobernabilidad.
¿De dónde le salen a Bellido las ínfulas para insultar a las mujeres, sentirse dueño de los aeropuertos, amenazar a la empresa e industria extractiva con la nacionalización y luego chantajear al Congreso con la “cuestión de confianza” si censuran a su ministro Iber Maraví?
Es claro que Bellido se siente protegido por Vladimir Cerrón y por la bancada de PL. También es evidente que juega en pared con Cerrón para imponer –sobre cualquier oposición-, el ideario de PL, pasando por encima del presidente Castillo a quien chantajean: “ni un milímetro para la traición, este gobierno es de izquierda y tiene que comportarse”.
Por el bien del país y de la gobernabilidad, al presidente no le queda más alternativa que sacar al mono con AKM, pues de lo contrario terminaría de pulverizar el poco liderazgo que pueda tener como presidente y lo convertiría, además, en cómplice de las acciones conflictivas de Bellido.