Apaciguar el arrebato festivo de los piuranos se ha vuelto todo un reto; una tarea casi titánica para las autoridades ediles y policiales, pues más allá de los anuncios amenazantes y las fuertes multas que dicen “aplicarán” a los fogosos parranderos y a los irresponsables empresarios faranduleros, los preparativos para celebrar Halloween, sigue adelante. Incluida la reservación y compra por adelantado de entradas a las diversas fiestas en locales y discotecas que se promocionan por las redes.
Se destaca el compromiso de los ediles por controlar el desmadre que se avecina para este fin de semana; sin embargo, será imposible detener a los jaraneros por la cantidad de locales públicos y privados que andan con la “fiesta de disfraces o canción criolla”.
Las comunas no tienen personal ni vehículos suficientes para detener el jolgorio, pero no sería necesario si es que la población y los “faranduleros” entendieran que organizar encuentros masivos le da ventaja a la COVID-19. Sería óptimo un esfuerzo colectivo para evitar que el virus vuelva a cobrar fuerza como ocurre hoy en Rusia, que registra más de mil muertes por día. El virus no se ha ido y hay motivos para temerle.