La incursión de Hernán Condori en el ministerio de Salud, en un momento crítico, ha puesto en jaque al sistema de salud en el país, obligando –por principios éticos-, a renunciar al equipo consultivo y al viceministro de Salud Pública, mientras se acrecienta la incertidumbre en otros directores por la infestación que sufre este sector con personajes cuestionados venidos de la cantera cerronista.
Sin embargo, este es solo una arista del problema que ha vuelto a generar el propio Pedro Castillo, al no filtrar mejor a quienes van a dirigir ministerios tan delicados como el de Salud. El caso es que el Congreso ya le puso la cruz a Condori, quien por estos días su presencia ha sido precedida más por su fama de chaman y charlatan que por buen médico.
El partido Morado ya se adelantó a presentar una moción para citar a Condori al pleno del Congreso y todo parece indicar que antes de su debut oficial, Condori –al igual que el irascible Hernán Valer-, tiene la suerte echada, junto a otros seis ministros improvisados que ya darán qué hablar. El Congreso, si no recurre al cálculo político, tiene argumentos suficientes para denegar a este gabinete trasnochado el voto de confianza.