Se hace difícil entender la decisión o tremenda metida de pata que acaba de hacer el gobierno de Dina Boluarte, al nombrar a la polémica exministra, Rosa Gutiérrez, como cabeza de Salud, después de todo el escándalo que se armó en su gestión, la cual terminó en una interpelación en el Congreso y su inmediata renuncia, adelantándose por algunos minutos a la censura parlamentaria, cuya sentencia ya estaba lista para su lectura.
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Lo que ha hecho el gobierno es dispararse a los pies y agrava su situación por el contexto en que se nombra a la exministra, justo a puertas de una protesta mal llamada “Tercera toma de Lima”, atizando con ello el fuego de la protesta. La pregunta es: ¿Lo hace para provocar a las masas… no tiene a la mano mejores profesionales o simplemente está pagando algún favor político al insistir con un personaje a todas luces inepto y cuestionado que más es un lastre que una ayuda para la gestión?
La respuesta parece obvia. Son pocos los que quieren cargar con los pasivos de este gobierno. Nadie quiere quemarse porque a pesar de que se percibe cierta estabilidad, el desprestigio y los cuestionamientos políticos suman negativamente.