Los últimos 17 muertos y más de un centenar de heridos en los enfrentamientos es el resultado de una campaña de odio y resentimiento que el expremier Aníbal Torres, Pedro Castillo y los extremistas de Movadef y Fenatep, y del azuzador Evo Morales, han avivado y desatado entre los peruanos.
Lo que han hecho estos radicales con su verbo incendiario es gatillar el resentimiento, la frustración y el dolor histórico de una población que, en efecto, tiene todo el derecho de reclamar en las calles, de manera pacífica, sus demandas sociales; pero que hábilmente son manipulados por azuzadores, arrastrándolos a su autodestrucción con bloqueos de pistas; saqueando y tomando aeropuertos e incluso, poniendo su propia vida en riesgo al enfrentarse a las fuerzas del orden en su intento por destruir la infraestructura pública que es de ellos.
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Estos sujetos, financiados por la minería informal y el narcotráfico, según la PNP, han convencido a la población de que su pobreza y frustración son culpa del gobierno, de los empresarios y la derecha. La respuesta a ese constante victimización es el vandalismo y la autodestrucción por encima de su propio dolor.
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