El ministro del Interior parece que recién se da cuenta que, junto a la pandemia y la crisis económica, el sicariato se ha convertido en un problema de salud pública, por la intensa actividad criminal que despliegan las bandas organizadas, y que solo en el mes de enero ha dejado más de cinco personas asesinadas en la región y otros cientos viviendo a sobresalto por las extorsiones y amenazas de muerte.
En efecto, el crimen organizado ha llegado a límites de barbarie. Hoy cualquier discrepancia, litigio o disputa se soluciona a balazos, y para ello está la empresa criminal, y que la Policía con sus precariedades logísticas y limitaciones legales no puede llegar a ella, convirtiéndose esta actividad en una de las más rentable en el mundo del hampa, después de la extorsión.
Sullana es un ejemplo de cómo opera el hampa. ¿Qué propone el ministro? Intenta replicar el famoso grupo GEIN que desarticuló a SL, pero esta vez aplicado a la delincuencia. Cualquier intención en este momento es buena, pero si no hay financiamiento, estrategia de trabajo y sobre todo la logística para la investigación, cualquier iniciativa solo se quedará en deseo.
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