Las “elecciones” internas de los movimientos y partidos políticos, que se inician mañana, deberían llamársele acto de “formalización”, pues no hay democracia ni “elección” cuando solo se vota por un solo candidato elegido a ‘dedo” de acuerdo a la simpatía del dueño del partido o movimiento y de acuerdo, también, de cuánto aporte a la campaña. Eso no tiene nada de democrático.
Otra incongruencia de nuestra impúber democracia es desangrarla con una hemorragia de movimientos y partidos. Hoy tenemos 131 movimientos regionales y 15 partidos políticos que pugnan por morder el poder en las elecciones ediles y regionales, pues los gobiernos locales son considerados trincheras desde las cuales se puede ‘financiar’ y aupar la candidatura de los líderes nacionales para una elección presidencial o congresal. Todo es interés.
El problema de fondo es la débil representatividad y la dispersión del voto. La aventura por la gloria del poder termina cuando se dan cuenta que no tienen cuadros ni equipos de trabajo, pero aun así, su aventura podrá convertirse en un milagro como le sucedió a Pedro Castillo y terminamos gobernados por ineptos y aventureros.