Resulta que para el abogado defensor del presidente Pedro Castillo, cualquier ciudadano puede ingresar a Palacio… ¡¿Cualquiera?! Veamos si algún hijo de vecino puede hacerlo, sin motivo alguno o persona a quien visitar. En este caso, Castillo es el inquilino de Palacio a quienes todos buscan y quieren “conversar”, ya sea de política, proyectos, presupuestos y, por supuesto, de “negocios”.
Por eso no es extraño que la lobista Karelim López ingrese como Pedro en su casa; le organice fiestas a la hija menor del mandatario, y lleve a empresarios para hacer negocios millonarios como el de Petroperú. Si bien el presidente no es parte de los comités de selección de proveedores ni las firma, su influencia es evidente.
Es por ello que Castillo no puede seguir parapetándose en el estribillo de que sus actos son “transparentes” o que es inocente; que es la derecha que lo quiere vacar desconociendo los resultados de una elección porque no aceptan que una persona humilde como él, sea presidente. Lo que él quiere desviar son las sospechas que se ciernen sobre sus reuniones secretas con proveedoras y la función de la lobista Karelim López, quien parece saber muchas cosas más.