No es la primera vez que los autoritarios o émulos de dictador intentan acallar las críticas y noticias adversas arremetiendo contra el mensajero (en este caso la prensa; “Matar al mensajero” parece ser la frase que Pedro Castillo ha adoptado por estos días para amedrentar al buen periodismo, sobre todo el que publica sus andanzas y entuertos, lo que ha originado tres investigaciones abiertas en Fiscalía por organización criminal.
Para Castillo las delaciones de Bruno Pacheco, su ex mano derecha, no tienen validez (quiere pruebas; tampoco lo que afirman los colaboradores eficaces, cuyos testimonios tienen coincidencias y fueron elementos de convicción para abrir investigación contra el mandatario. Nada de eso vale “si no hay grabaciones y vídeos” y por lo tanto son mentiras divulgadas por una “prensa que le quiere hacer daño y está pagada por la oligarquía”, como pregona.
Lo cierto es que Castillo no solo nos quiere ver la cara de tontos, sino hacernos creer que la prensa es la que lo incrimina y por tanto hay que castigarla y acallarla; pues en su limitado entendimiento, sin la intervención de la prensa él estaría libre de toda sospecha o investigación.
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