La salida del gerente general de Petro-Perú, Hugo Chávez, no soluciona en nada la severa crisis financiera e institucional en la que ha sumido a esta institución en los últimos siete meses, pues el principal responsable de la demolición de la petrolera nacional es el propio Pedro Castillo y su socio político, Vladimir Cerrón, quienes –al parecer-, tienen planes más ambiciosos y se sienten inamovibles en el poder.
De ser así, Petro-Perú se convierte entonces en el botón de muestra de lo que le pueda ocurrir al país en los próximos meses en materia económica e institucional, con un gobierno como el de Castillo, cuyos planes están por encima de los intereses de todos los peruanos.
Los analistas coinciden en que a Castillo no le interesa gobernar, lo que quiere es acaparar poder, pero antes evitar a toda costa la vacancia, asegurándose 47 votos incondicionales en el Congreso; por eso no le interesó que Petro-Perú cayera en la calificación internacional financiera y por eso la gran minería está también al borde de la paralización, justo en un momento en que los metales han alcanzado precios atractivos.