Los manifestantes provenientes de la izquierda extremista, odian que los llamen terroristas… “no nos terruqueen”, piden desde la esfera pública.
El término les suena despectivo y ofensivo a su dignidad de “políticos”, pues ellos se consideran “luchadores sociales”, líderes populares que buscan la “justicia social” de “sus pueblos que por más de 200 años han sido marginado en el Perú”.
Resulta irónico su pedido, pues lo quieran o no, los actos que muchos de ellos ejecutan en las calles y otros organizan y alientan desde los púlpitos públicos o desde la tranquilidad que les da la clandestinidad y la inmunidad parlamentaria, son actos terroristas.
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Según la RAE, son sucesión de actos violentos reiterados y organizados para infundir terror y crear alarma social con fines políticos.
Atacar y tomar aeropuertos es una táctica terrorista, como lo es el uso de armas artesanales, bombas incendiarias, bloqueo de carreteras, quemar comisarias o asesinar policías; también exigir, bajo extorsión, la participación ciudadana en sus actividades; todo eso desde cualquier ángulo que se analice, son procedimientos puramente terroristas, les guste el término o no.
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