El remedo de discurso que Pedro Castillo esbozó en Ayacucho tras 100 días de gobierno, ratifica lo que muchos peruanos murmuran con sarcasmo y otros lo expresan con atrevidos memes o TikTok: el presidente está en la calle y no tiene ni la menor idea de cómo gobernar o dirigir al país.
Preocupa porque el neófito profesor se ha topado con un Perú en crisis política perpetua; con una economía en picada; un dólar en alza y un rebrote inflacionario que alarma a empresarios y ministros, sin contar la pandemia que a la fecha deja más de 200 mil muertos, miles sin empleo y millones de soles en pérdidas. ¿Esperaremos a que Castillo aprenda a gobernar? ¿En cuánto tiempo lo hará si ni la evaluación de asensos aprobó?
El problema es que al gobierno –como dice el ex ministro del Interior, Jorge Nieto-, “se llega a dar examen, no a aprender”. Eso, Castillo, parece no entender. La única esperanza es que el profesor aprenda rápido a gobernar, pero ni eso está demostrando, pues sigue creyendo que preside un gremio sindical cuya agenda es pedir, dramatizar y victimizarse; mientras tanto el avión que pilotea cada vez cae en picada. ¡Qué Dios nos ayude¡