El Complejo de Mercados siempre ha sido una papa caliente para los alcaldes, porque allí la anarquía es reina y en ella se refugian –bajo el paraguas de la “necesidad”-, los que odian los formalismos del comercio, prefieren ser ambulantes furtivos antes que pagar tributos como cualquier ciudadano. En esta zona se cobija también la delincuencia y la negligencia en todos sus niveles.
Cualquier alcalde que intente poner orden en los mercados se encontrará con una pétrea barrera de informales que han encontrado en el hampa organizada a los aliados perfectos para hacer frente a fiscalizadores con ganas de poner orden y a la misma Policía a la que enfrenta a pedradas defendiendo su estatus de informal, envileciendo de esta forma las normas de la convivencia en sociedad.
Los comerciantes formales de la zona son los primeros afectados, pues son ellos los que pagan impuestos, mientras los informales obtienen ganancias, espacios privilegiados, generan inseguridad y no les pasa nada. Hoy se han aliado con delincuentes y es el deber de la Policía la de devolver el orden, tranquilidad y la buena competencia comercial. ¿Sabrá sobre este problema la Policía?